José Mourinho, bendita transformación

El luso compareció en rueda de prensa este miércoles con una actitud tan amable que sorprendió. El corresponsal del Real Madrid Alberto Piñero analiza esta metamorfosis


El día en el que se disputa el primer Clásico de los cuatro que como mínimo jugarán Madrid y Barcelona en la presente campaña. El día de antes hay rueda de prensa en Valdebebas, pero desde el club no se anuncia quién comparecerá. “Karanka, seguro” piensan algunos de los periodistas asiduos a esa sala de prensa. Sin embargo, salta la sorpresa pocos minutos antes de que comience. No es Karanka, sino el propio José Mourinho el que comparece ante los medios.

En otros tiempos no era noticia que el primer entrenador completara tres de las tres primeras ruedas de prensa que tradicionalmente se dan en España antes y después de los partidos. Pero últimamente en la Casa Blanca, los minutos previos a cualquier rueda de prensa eran tensos, como los de una novia a punto de entrar en la iglesia, a la espera de quién aparecería cuando se abriera la puerta, y con qué actitud lo haría. No en vano, al final del curso pasado, Mourinho terminó por no dar las ruedas de prensa siquiera, delegando en Karanka, hasta aquella última comparecencia junto a todos sus ayudantes.

Y sin embargo, tras la comparecencia de este mismo miércoles, son ya muchas las señales que invitan a pensar que el guión ha cambiado en esta temporada. Que Mourinho intenta borrar su imagen pública de Ebenisher Scrooge en entrevistas y ruedas de prensa. Es sólo el segundo partido del año, y estas apreciaciones pueden caerse mañana mismo por su propio peso, pero recordar que a estas alturas del año pasado Mourinho ya le había metido el dedo en el ojo al que luego llamó ‘Pitu’ Vilanova invitan a pensar que no es casual. Porque no es tampoco el único indicio. El departamento de comunicación del club blanco ha cambiado, el portavoz de José Mourinho anunció una “estrategia de comunicación” nueva para este año vía Twitter, el Real Madrid consiguió derrocar al todopoderoso Barcelona el curso pasado ganando la Liga y congregando las loas mundiales... y aunque no se sepa con certeza cuánta cantidad de cada ingrediente de éstos hay, al fin y a la postre la receta resultante ha terminado por dejar unas apariciones públicas de José Mourinho mucho más sabrosas que antaño. Igual de jugosas, pero menos ácidas. Alimentan, y además no repiten durante días y días.

Y ahí está la rueda de prensa de este mismo miércoles, donde Mourinho contestó a todo lo que se le planteó desde la ‘tribuna’ de los periodistas con sensatez, sin gestos ni expresiones despóticas, con una actitud amable como era raro ver durante muchos tramos de estas dos anteriores campañas, con aparente intención de iluminar a los que le escuchaban con todo el bagaje que atesora en el mundo del fútbol, y no de oscurecer y hacer desaparecer los rastros de aquello por lo que le preguntaban. Que en esta ocasión fue el futuro de Kaká, Sahin o Carvalho, el estado de salud de Pepe y quién sería su relevo, la relación con las federaciones de cara a los partidos internacionales amistosos, y hasta del Barcelona de Vilanova. Y contestó a todo.

Es cierto que también dejó mensajes encriptados de ésos que escuecen a quienes van dirigidos. Como cuando rebatió al periodista de El País la definición de hegemónico aplicada al Barcelona. “Nadie ha ganado dos Champions consecutivas” dijo, apoyándose en un hecho irrefutable. Es cierto que, con ese gesto, parece querer minimizar los éxitos de un Barcelona superlativo, algo que nunca conseguirá nadie. Pero al menos, manda mensajes con elegancia, con estilo, tirando de fina ironía, no de acritud, prepotencia y chulería como sí ha ocurrido anteriormente.

Luego los interesados podrán malinterpretar intencionadamente sus palabras. Pero ésos mismos lo harían igual, dijera lo que dijera, aunque recitase el Padre Nuestro sin cambiar ni una coma. Y de esta forma, con este nuevo estilo sin el gesto torcido, a la fuerza terminará por cambiar su gris imagen de polémico. De seguir así, nadie dentro del propio club podrá dudar de sus méritos deportivos por su actitud extradeportiva (en ocasiones, antideportiva), como sí sucedió en la pasada Asamblea de socios compromisarios, o en el propio Bernabéu. Y el Real Madrid terminará ganando con ello.

Y el mejor ejemplo lo tiene precisamente en la Ciudad Condal, donde durante años ha parecido que todo se hacía bien, aunque no fuese así, al contrario de lo que sucedía en la capital. Y es que hay otras formas de defender a la institución más allá de atacar a todo lo que se mueve alrededor tuyo. Porque, como hacía bien el Barcelona y empieza a perder sus buenas costumbres, no sólo se trata de lo que vendes, sino también de cómo lo vendes.